José Luján Pérez

José Luján Pérez

El escultor José Luján Pérez es, sin duda, el artista guiense de mayor proyección y lustre, ello es debido no sólo a la gran calidad de sus obras, sino también por lo extensa de ésta. Nace en la villa de Guía el 9 de Mayo de 1756, falleciendo en la misma en 1815. Aunque también ejercía de arquitecto, es la escultura su principal fuerte, siendo el imaginero canario de mayor proyección. Desde los nueve años empieza a desarrollar una gran facilidad para esculpir, con precisión y limpieza, destacando también un gran conocimiento de la anatomía humana y una gran capacidad para moldear formas y expresiones.


Residirá la mayor parte de su vida en la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria a donde se traslada desde muy joven. Es aquí donde realiza la mayoría de su obra, tan to escultoórica como arquitectónica. Su andadura artística comienza con la pintura, concretamente en el taller de Cristóbal Afonso, para, en 1775, empezar con la escultura, en esta ocasión bajo la tutela del artista Jerónimo de San Guillermo, que trabajaba con patrones del barroco, estilo que adoptará el propio Luján.

Tras su ingreso en la Academia de Dibujo de la Real Sociedad Económica de Amigos del País entra en contacto con la arquitectura, siendo su obra de carácter neoclásico. En este caso su maestro será Diego Nicolás Eduardo.

No obstante, es en la disciplina escultórica en la que destaca sobremanera, resaltando entre otras el Cristo Crucificado de la Sala Capitular de la Catedral de Santa Ana de Las Palmas de Gran Canaria, el de la Vera Cruz de la iglesia de San Agustín del barrio de Vegueta de la misma ciudad, también el Cristo atado a la Columna de la iglesia parroquial de Santa María de Guía o su Santo domindo de la iglesia del Puerto de la Cruz en Tenerife. 

Luján Pérez es un escultor de gran imaginación que confiere a su obra un carácter muy personal, y asi se observa por ejemplo cómo sus imágenes de crisots crucificado muestran una gran serenidad.

Del resto de su obra en la iglesia de su municipio natal destacamos la Dolorosa, la Virgen de Las Mercedes, tallada en 1802, con su ropaje blanco, característico de la orden de la redención de cautivos, que se ciñe a la cintura y con un manto de numerosos pliegues que traslada la sensación de estar movidos por el viento.

Sus imágenes de vestir se encuentras repartidas por diversos municipios del Archipiélago, y de los retablos cabe señalar la pérdida de un importante número de ellos, ya sea a causa de incendios o debido a su realización en madera. Afortunadamente se conserva el de la iglesia parroquial de Guía (cuyas maderas fueron policromadas por su colaborador Ossabarray) y uno en el templo de San Francisco de Asís de la capital Gran Canaria.

En la obra arquitectónica destaca lo realizado en la catedral de Las Palmas de Gran Canaria tras la muerte de su maestro Diego Nicolás Eduardo, a quien sustituye: el proyecto del frontispicio, las torres de la fachada y el coro. También son obras de este artsita el desaparecido Puente de Verdugo, sobre el Barranco Guiniguada y los cementerios de Las Palmas de Gran Canaria y de San Roque en Guía.